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Los Seris
Los Conca’ac, que significa “La
gente” en lengua Seri, es una etnia que a través de los
tiempos continúa unida y transmitiendo de generación en
generación, sus muchos conocimientos en la caza y la pesca.
El término Seri significa “el que de veras corre aprisa” en
lengua Ópata y “hombres de la arena” en Yaqui; la lengua de
los Conca’ac proviene de la familia Hokana, al que
pertenecen el Coahuilteco (noroeste México) y el Tlapaneco,
pero también se asegura que provienen de el grupo yumano de
la familia Sioux-Hokana.
Los Seris ocupan desde tiempos arcaicos la Isla del Tiburón
y San Esteban, aunque en la actualidad sus campamentos se
concentran en Desemboque y Punta Chueca, la primera playa
corresponde al municipio de Pitiquito y la segunda a
Hermosillo, pero ambas se ubican frente a la isla del
Tiburón.
El territorio Conca’ac abarca un área de 210,000 hectáreas,
con cerca de 100 kilómetros de litoral, en los cuales se
montan varios campamentos pesqueros a lo largo del año de
acuerdo con los ciclos de pesca, como lo son: El Sargento,
Egipto, Paredones, La Ona, Las Víboras y El Tecomate, que se
encuentra en la Isla del Tiburón.
Por su naturaleza nómada, los Conca’ac construían sus
viviendas de manera provisoria. Sus chozas se agrupaban en
pequeños núcleos dedicados a la pesca y a la caza, una vez
que agotaban los recursos naturales, se trasladaban a otro
sitio. Las viviendas eran construidas informalmente y de
manera colectiva; armaban estructuras de arcos de ocotillo
cubiertos con ramas y caparazones de tortuga o en los
centros de la pitahaya para resguardarse de las altas
temperaturas.
En la actualidad, la elaboración de artesanías genera
mercado turístico para la etnia. Los hombres perfeccionaron
sus técnicas en el tallado de esculturas del corazón de la
madera del palo fierro y el mezquite.
También elaboran canastas o “coritas”, famosas por sus
formas globulares y extendidas con brillantes colores y
diseñan collares con caracoles, conchas, vértebras de víbora
de cascabel y de pescado y semillas.
Los Seris llevan a cabo sus propios ritos, fiestas y otras
manifestaciones culturales con características estrechamente
vinculadas con la naturaleza y con los aspectos biológicos y
sociales de la reproducción del grupo, como lo son los
rituales relacionados con el nacimiento, con el inicio de la
pubertad y con la muerte.
Las mujeres Conca´ac se maquillan con finas líneas y
puntitos de colores que forman interesantes diseños; el
color rojo significa a la muerte, el blanco a la suerte y el
azul al mar.
No están evangelizados por la iglesia católica a diferencia
Al no haber sido evangelizados formalmente a diferencia de
otros grupos indígenas. |
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Los Pimas
Los Pimas es una antigua etnia
expandida en la Sierra Madre Occidental y su nombre
significa “no hay, “no existe”, “no tengo”, o probablemente
“no entiendo”, expresión que utilizaban ante los
cuestionamientos de los misioneros españoles.
La lengua pima pertenece al tronco yuto-azteca, compuesto
por los subgrupos Taracahíta (cora-huichol), nahua y la rama
Pima.
Los Pimas se llaman a sí mismos O’ob, que significa “la
gente”, “el pueblo”.
Los O’ob en tiempos prehispánicos se dividían en 3 grupos:
los ures, los nebomes y los yécoras. Los dos primeros ya
extintos y los últimos aún prevalecen, con rasgos culturales
propios y habitan de manera dispersa en la Sierra Madre
Occidental, en Maycoba, en el municipio de Yécora.
En la actualidad los Pimas habitan en rancherías en casas
construidas con adobe, cuadrangulares o rectangulares, techo
de dos aguas, con pequeñas ventanas. En el centro del hogar
cuentan con una estufa de metal, alimentado con leña, donde
cocinan y se calientan en los fríos días del largo invierno.
Antiguamente vivían en casas de madera y las mujeres
elaboraban sus ollas y realizaban productos de palma y
prendas tejidas con lana, actividad que siguen realizando y
que han logrado perfeccionar; hoy en día sus productos son
de fibras vegetales, como sombreros, petates, “petacas”, o
cestos rectangulares con tapadera para guardar todo tipo de
cosas.
La etnia adoptó el cristianismo pero agregó ritos y
ceremonias creando sus propias estructuras religiosas; aún
cuando San Francisco es aceptado como Santo Patrón de las
tribus Pimas.
El Yúmare es la celebración más antigua de la etnia, desde
tiempos prehispánicos, el cual se realiza para bendecir la
cosecha de maíz a principios de año, aunque con el tiempo
las fechas de celebración varían; las fiestas contemplan
cuatro noches de rezos, bailes, cantos de pascola, donde la
bebida del tesgüino o maíz fermentado ocupa un lugar
importante. Durante toda la noche los músicos tocan y los
pascolas y mujeres danzan alrededor del fuego. |
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Los
Cucapá
El pequeño grupo de los Cucapá
habita en el municipio de San Luís Río Colorado, en la
frontera con los Estados Unidos; la etnia es binacional con
una población de poco más de 171, de los cuales sólo 47
hablan su lengua.
Son una etnia emparentada lingüísticamente con los grupos
pai pai, kiliwa y kumiai, habitantes de Baja California, y
con los javasupai, hualapai, yavapai, mojave y maricopa, de
Estados Unidos. En conjunto conforman la familia yumana, que
arribó al noroeste de Sonora y norte de la península de Baja
California hace alrededor de 6,000 años.
Se puede considerar que la antigua auto denominación del
grupo era kuapak, que se traduce como “que viene” o “que
llega”, pues debido a la constante variación del curso del
Río Colorado, las familias poseían dos o más casas, ya que
practicaban la agricultura en terrenos cercanos o
desalojados por el río.
La etnia quedó dividida en 1848 con el establecimiento de la
frontera nacional y el Tratado de La Mesilla.
Los hombres usaban tocados con plumas y collares de hueso en
los tiempos prehispánicos, así como pendientes en orejas y
nariz, así como coloridos cinturones de los que pendían
manojos de plumas en la parte trasera; las mujeres vestían
faldas de plumas pintadas; además, ambos usaban pinturas
faciales y corporales, así como pectorales (amplios collares
protectores de pecho, hombros y espalda), elaborados con un
tejido de chaquira, misma que hacían con madera, hueso y
barro, y con ella los accesorios personales que tenían fines
cotidianos y rituales.
La artesanía de los cucapá consiste en ollas de barro, así
como la elaborada con chaquira que poco a poco han dejado de
producir. Las razones que dan para este paulatino abandono
son variadas, algunos manifiestan que no tienen un mercado
donde poder ofrecerla, otros dicen que sólo la elaboran con
fines rituales o manifiestan desinterés en proseguir con
esta costumbre argumentando que es más fácil comprar lo
necesario en las tiendas.
Las ceremonias luctuosas es el ritual más importante para la
etnia; los muertos son cremados para lograr que encuentren
la paz en otra vida, además, las mujeres y los hombres deben
ir tatuados para poder encontrar felicidad y no recibir
picadura de ningún animal. |
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Los
Ópatas
Al igual que sus vecinos, los
jovas y los eudeves, los ópatas ya han desaparecido como
unidad étnica diferenciada.
El idioma ópata, es clasificado dentro de la familia yuto-azteca
del grupo taracahitiano de la subfamilia sonorense, es ahora
una lengua muerta. De 1950 en adelante no se han registrado
hablantes y únicamente se conservan frases y palabras
aisladas.
La palabra ópata significa “gente hostil” en lengua pima y
era el término usado por éstos cuando se referían a los
ópatas.
El hábitat tradicional de los ópatas se localiza en el
centro y noroeste de Sonora, sobre las cuencas altas de los
ríos y Sonora.
Los ópatas no tuvieron artesanías propiamente dichas,
exceptuando la cestería. Si hacían cerámica era
principalmente para uso propio. Además fabricaban bateas y
cucharas de madera.
Los centros para las actividades religiosas del grupo ópata
son los templos católicos. El santo más común entre los
opatas es San Isidro Labrador, muy venerado en toda el área
y patrón de varias aldeas. |
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Los Mayos
Conocidos como Yoreme, los Mayos
provienen de los antiguos pobladores de la cultura de
Huatabampo, perteneciente a una de las tradiciones
culturales de Sonora.
Es el grupo más numeroso del Estado, con una población
aproximada de 75,000 habitantes. Mantienen viva la lengua.
Yoreme significa “el que respeta la tradición” contrapuesto
al yori “el que no la respeta”. Según una antigua leyenda de
su tradición oral, la palabra mayo significa “la gente de la
rivera”; actualmente habitan los municipios de Álamos,
Quiriego, Navojoa, Etchojoa y Huatabampo.
La historia narra que los mayos fueron receptores dócilmente
de las enseñanzas evangelizadoras españolas, adquiriendo al
mismo tiempo conocimientos respecto de la agricultura y la
crianza de animales domésticos. Con esta aceptación los
pobladores de la antigua zona mayo fueron rápidamente
asimilados a las costumbres de la época, con una paulatina
pérdida de su organización social tradicional.
Su vivienda actual la construyen con adobe, block y/o
ladrillo, ya que estos materiales son más resistentes a las
torrenciales lluvias y ciclones que se presentan
regularmente en la región y consiste en dos o más
habitaciones dormitorio, un cobertizo de carrizo y una
cocina con estufa a base de leña al lado de éste. En casi
todas las casas mayo es constante ver una cruz hecha del
corazón del árbol de palo fierro, la cual se coloca en el
patio o al frente de la casa para protegerla de cualquier
mal.
Esta cultura tiene para ofrecer al turista grandes
atractivos culturales, naturales, históricos y tradiciones
indígenas (yoremes), debido a su ubicación dentro del Mar de
Cortés y las Barrancas del Cobre y El Fuerte.
El trabajo artesanal no es una actividad fundamental en la
economía mayo. Se producen cobijas, fajas de lana teñida
tejidas en telar de cintura, ollas para agua, petates de
carrizo o jipetas, canastas diversas, arpas y violines.
En sus ritos, cantos y danzas, el papel de la naturaleza es
el del proveedor de su mundo, esto se expresa en el carácter
que desempeñan sus danzantes como el venado y el pascola.
Entres sus mitos de origen se encuentra aquel que relata
como “Dios creo el oro para los yoris y los objetos de
trabajo para los yoremes”.
En la época actual los mayos se distinguen de los mestizos
en las comunidades, por el uso de la lengua materna y la
celebración de sus fiestas religiosas, ya que el vestuario
tradicional se ha perdido.
La religión de los mayos se organiza en torno a los centros
ceremoniales o pueblos tradicionales, formados por
comunidades pequeñas congregadas en torno a su santo. Sus
danzas representan leyendas propias del mayo, pues sus
movimientos hacen una historia viva, representan a los
animales del monte, sacrificios de éstos a manos del ser
humano, y representan también al hombre libre con la
naturaleza.
Los mayos son depositarios de una rica cultura de medicina
tradicional que es practicada por los curanderos y
curanderas de todas sus poblaciones. Además del uso de
plantas, elaboran amuletos y en sus curaciones se mezclan la
fe y la magia. Como un medio de preservar esta costumbre,
las autoridades sonorenses de culturas populares han
organizado encuentros de médicos tradicionales y se ha
apoyado con recursos a algunos jardines botánicos exclusivos
para la conservación de plantas medicinales en peligro de
extinción. También cuentan con una farmacia de herbolaria
donde los curanderos y pacientes pueden encontrar las
plantas medicinales.
La vida ceremonial de los yoremes es de suma importancia,
prácticamente todas las fiestas tienen vínculos con la
Iglesia católica y su calendario litúrgico. En estas fiestas
se expresan diversos elementos en espacios rituales
delimitados según la ocasión y tipo de festividad: danzas,
procesiones, orquestas, imágenes de santos, etcétera. Entre
las fiestas más importantes se encuentran: Semana Santa,
Santísima Trinidad, San José, San Ignacio de Loyola, la
Santa Cruz, Virgen de Guadalupe, Día de Muertos y la
Cuaresma. |
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Los
Guarijíos
Los Guarijíos nacieron como
enlace entre los Tarahumaras con los Cahíta.
La evangelización de los Guarijíos inició en 1620 por
misioneros Jesuitas.
Según datos históricos, en 1632 las tribus de los Chinipas,
Guarijíos y Guazaparis se revelaron por el gran descontento
con el trabajo de los misioneros y otros colonizadores
españoles, principalmente por la fuerte represión hacía los
indígenas y sus creencias.
Los Guarijíos se dividieron en dos grupos que hasta la fecha
se conservan: Los Guarijíos de Chihuahua, lingüísticamente
más emparentados con la lengua Tarahumara, y los de Sonora,
con mayor dependencia de la vertiente del Cahíta,
representada por los Yoreme Mayo.
La desintegración del gran grupo Guarijío se debe en gran
parte a que el desarrollo de la ciudad de Álamos y los
grupos de poder que le dieron forma, anularon la presencia
de la etnia en el pueblo de la siguiente manera:
Les negaron habitar su territorio original, se les aisló y
no se les integró al gran proceso de mestizaje, que dio como
resultado la desaparición de muchos grupos.
Al no reconocerles una identidad precisa se creó un espacio
que les permitió mantener su sentido de grupo, identidad
cultural que los mantiene unidos.
En la historia reciente de los Guarijío : Confluyen tres
grandes elementos fundamentales en la transformación de este
grupo : La recuperación de su territorio – su identidad y el
inicio de procesos que a la fecha abren nuevas alternativas
para su desarrollo colectivo.
Cronología reciente de la tribu Guarijía :
1973 : Penetra en la zona Guarijía un grupo de guerrilleros
de la liga comunista 23 de septiembre, los guerrilleros
conviven con los Guarijíos hasta 1975, año en que el
ejército federal mata a los guerrilleros. Mientras tanto los
Yoris (blancos) amenazan a sus trabajadores.
1974 : Muchos trabajadores Guarijíos son despedidos por sus
patrones y se van a trabajar al valle, otros son
encarcelados y torturados en las cárceles de los municipios
de Alamos y Navojoa.
1975 : El gobierno mexicano conoce la existencia de la tribu
Guarijío por medio de una denuncia que presenta el
canadiense Edmundo Faubert, quien comercializaba artesanía
Guarijío.
1976 : Se crea el ejido Guajaray ubicado dentro de la zona
Guarijía ; la creación de este ejido abre expectativas entre
los Guarijíos para obtener sus tierras.
1977-1982 : Durante todo este período se realizan los
trámites, gestiones y negociaciones para comprar la tierra a
particulares, entregar provisionalmente los predios a los
Guarijíos y se emite la resolución presidencial de la
dotación de los ejidos Guarijíos – Burapaco. |
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Los
kikapús
Los actuales asentamientos
kikapú son el resultado de un arduo peregrinaje desde la
región de los grandes lagos de Michigan y de Eire, en
Norteamérica, hasta el norte de México.
Actualmente, los kikapú viven en reservaciones en Kansas y
Oklahoma, Estados Unidos, y en las comunidades de El
Nacimiento, Coahuila y en Tamichopa, municipio de Bacerac,
en la zona serrana de Sonora. Durante la década de 1980,
algunos habitantes de Tamichopa llevaron a cabo una campaña
entre los kikapú desperdigados, para una refundación del
pueblo. La comunidad actual es de alrededor de 80 personas.
La lengua kikapú forma parte de la familia lingüística
norteamericana algonkiniana. El grupo de Sonora no practica
su lengua ancestral, ya que ésta fue destituida por el
castellano; su último hablante murió en 1996.
Poseen dos tipos de vivienda: casas indias y casas
mexicanas. La vivienda india tiene dos variantes, casa de
invierno: elíptica, con una estructura de troncos delgados
cubiertos de tule, con el fuego sagrado en el centro. Aquí
es donde se ofrecen los sacrificios a su divinidad (Kitzihaiata)
y se reciben a los nuevos miembros de la tribu. Y casa de
verano: rectangular, con paredes de carrizo y techo elíptico
de tule. En el interior se encuentran varias camas
sostenidas por troncos, y al centro el fuego sagrado. La
vivienda mexicana es de concreto y lozas, con los servicios
eléctricos e hidráulicos de la vida moderna.
Actualmente su artesanía consiste en la fabricación de
tehuas o mocasines con piel de venado curtida y que es
bordada con chaquira.
Dentro de su religión ser buen kikapú significa cumplir
siempre con los ritos de cacería, purificación, año nuevo,
fuegos sagrados y bautizos por medio de oraciones,
sacrificios y ayunos. Las celebraciones van siempre
acompañadas de carne de venado. El fuego constantemente
encendido en el centro de la casa recuerda la oración
constante a Kitzihaiata, quien escogió a los kikapúes para
poblar la tierra.
El grupo kikapú en Sonora, se encuentra en un inminente
peligro de pérdida de su identidad como grupo indígena. Las
celebraciones y ritos tradicionales se han perdido, han
asumido la religión católica y celebran alguna fiesta de sus
Santos, o participan en las fiestas que se celebran en los
municipios cercanos. |
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Los
Yaquis
Es sin duda la etnia más
representativa de Sonora; se estima existe una población de
33, 000 Yaquis que se distribuyen en ocho pueblos con sus
propios gobernadores.
Para los integrantes de la etnia es de suma importancia
preservar su lengua, sus tradiciones y su arraigo a la
tierra. La historia de los yaquis está cubierta con actos de
heroica resistencia por la defensa de su territorio y su
cultura.
Los yaquis se identifican a sí mismos y a los mayos como
yoremes, palabra que significa hombre o persona. La noción
de yoris, hombres blancos, los distingue, a su vez, de los
demás grupos indígenas.
Forman parte del dialecto cahita que se compone de tres
lenguas: mayo, yaqui y tehueco, éste último desaparecido. El
cahita pertenece al grupo lingüístico yuto-azteca.
El grupo yaqui ocupaba, tradicionalmente, una larga franja
costera y de valle al sureste del actual estado de Sonora,
que abarcaba desde la ribera sur del río Yaqui hasta el
cerro Tetakawi, al norte de la actual ciudad de Guaymas. El
conjunto del territorio comprende tres zonas diferenciadas:
el área serrana del Bacatete; una zona costera, que abarca
los poblados vecinos de Guásimas y Bahía de Lobos; y el
valle, en donde se localizan las tierras irrigadas.
La principal actividad artesanal es la manufactura de la
parafernalia ceremonial, sin fines comerciales. Los
danzantes hacen máscaras talladas en madera, collares de
conchas y piedras marinas y cinturones con pezuñas de
venado. Los músicos fabrican sus tambores y flautas. Algunas
familias manufacturan petates, canastas y coronas de
carrizo; platos y tazas de barro que utilizan para las
fiestas y después destruyen. También confeccionan faldillas,
blusas, manteles, servilletas y mantos. El único producto
artesanal que se comercializa son las muñecas de trapo, que
hacen las mujeres.
Los yaquis poseen un alto sentido de religiosidad que está
presente en gran parte de sus actividades. Con una cultura
ancestral enriquecida con ritos y tradiciones en las que
sobresale la Danza del Venado, ejecución simbólica de la
caza de este animal y cuya riqueza estética ha despertado
interés en todo el mundo.
Llamada en lengua yaqui maaso yiihua, describe la vida y
muerte del animal sagrado de los yaqui. El danzante narra
momentos del ciclo vital del venado con una mímica libre que
representa las actitudes de sorpresa, alerta, atisbo, venteo
del venado ante la naturaleza que lo rodea y su contacto con
las criaturas con las que establece contacto, representadas
por las figuras de los pascola (que pueden representar un
pájaro, una serpiente, una flor, un coyote, el agua). Tanto
los pascola como el maaso se despojan de su personalidad
durante el baile para adoptar la del animal, la planta o del
ser que introducen en la danza. Por lo general son 4 pascola
y bailan de uno en uno, danzando primero el último en
jerarquía, el llamado “el lobito” que representa animales
menos estimados en la valoración del yaqui: burro, perro,
zorro, etc., después bailan los otros dos pascola y por
último el pascola yoowe (anciano) o jefe del grupo.
El ciclo ritual yaqui sigue por lo general el calendario
litúrgico católico, pero distingue claramente dos periodos,
el primero sacrificial, en Cuaresma y el resto del año todos
los ritos de paso que están prohibidos en esa fecha. Los
rituales tienen carácter de marcadores estacionales, que
señalan las distintas etapas del ciclo agrícola.
Los funerales son especiales porque ellos consideran al alma
inmortal y celebran con danzas, banquetes y música. Su
patrona es la Virgen del Camino. |
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Los
Pápagos
Los Pápagos se autodenominan
tohono o’otham en su lengua, que significa “gente del
desierto”.
Actualmente la tribu habita en zonas desérticas de Sonora y
Arizona, específicamente en los municipios de Caborca,
Puerto Peñasco, Sáric, Altar y Plutarco Elías Calles, pero
la gran mayoría se encuentra en Arizona.
La lengua O’odham está estrechamente relacionada con el pima
y ambos constituyen la rama pimana del yoto-nahua.
Los pápagos elaboran artesanalmente figuras de madera
tallada, piezas de alfarería y cestas. Su alfarería es
rústica; la hechura de los recipientes incluye la
recolección de la materia prima en los bancos de barro, el
cual filtran y mezclan con arena muy fina y estiércol de
vaca seco, cuecen las piezas en un horno con palos de choya.
Sus mejores y más finas piezas artesanales son las de
cestería. Las “coritas”, cestas y bandejas, de palmillo y
torote (plantas del desierto que las mujeres colectan,
preparan y tejen).
Los pápagos se dicen católicos, tienen iglesias, y requieren
en ocasiones de sacerdotes católicos. Celebran algunas
fiestas cristianas y tienen un santo titular para cada
pueblo; pero en realidad, su religión gira en torno al culto
del “hermano mayor”, deidad que controla los elementos de la
naturaleza.
Creen en las prácticas de brujería y magia; es usual que la
gente tenga conocimientos médicos basados en la herbolaria y
confían en los curanderos que la utilizan.
Tienen muchos lugares sagrados y algunos ancianos conocen
canciones ceremoniales muy antiguas que los jóvenes y
adultos dicen no entender por estar dichas en pápago
antiguo.
Las celebraciones más importantes son la Vikita, la cual
consiste en rituales en el plenilunio de junio para pedir
lluvias, se realiza una procesión por el pueblo de Quitovac,
para que los personajes ritualistas reciban ofrendas de las
familias, y en el terreno ceremonial, una danza que se
desarrolla durante toda la noche; finalmente una especie de
representación mítico-teatral.
La fiesta de San Francisco, que tiene lugar en San
Francisquito, Sonoyta, Quitovac y Magdalena. El personaje
festejado por la etnia es en realidad San Francisco Javier,
devoción promovida por los jesuitas, sólo que se le
conmemora en la fecha impuesta por la orden franciscana. |
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